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Del corazón espiritual al código QR: el tarot se convierte en entretenimiento

El misticismo está en oferta en Buenos Aires: la magia se cotiza y la astrología se vende en bares donde la lectura de cartas, los trucos de ilusionismo y la coctelería compiten por la atención de una clientela ávida de experiencias.

Por: Saraí Velásquez

​​​​La lluvia no era más que un murmullo contra el asfalto. Caía de manera casi imperceptible sobre la acera de Godoy Cruz 1554. Eran las nueve de la noche, una hora fresca en Buenos Aires, y solo las luces de una fachada singular rompían la monotonía de la calle. Era sábado 13 de octubre y un cartel con letras cursivas anunciaba: “Sigue al Conejo Blanco”, y las ventanas de colores —rojas, verdes, transparentes— brillaban como gemas. Alrededor, algunas figuras de cartas de naipes en 2D, salpicadas por la llovizna, daban la bienvenida a una madriguera de fantasía.

En la puerta, un cartel de tiza con colores escrito a las apuradas detalla las promociones: "2 tragos x $10.000" y un menú fijo de 25.000 pesos que prometía una velada completa con dos bebidas, entrada, pizza y postre. Al cruzar el umbral, el mundo de afuera se desvaneció. Un aire denso y cálido invade al público. El lugar era una sinfonía de contradicciones: paredes color burdeos, cuadros y caricaturas de magia que colgaban hasta el techo, y un bullicio de voces que se mezclaban. Familias con niños, parejas en citas íntimas y un grupo que cantaba un feliz cumpleaños ocupaban las ocho mesas del local, bebiendo de copas y jarras que pasaban de mano en mano.

Todo empezó en 2013, cuando Sigue al Conejo Blanco abrió sus puertas por primera vez.  Foto: SV

Más tarde, a eso de las 12:00 h, una luz atrae a los comensales a un rincón donde la Reina de Corazones distribuye la suerte. La luz tenue la iluminaba a ella, sentada en un trono. Barajó un mazo dorado, tan brillante que parecía hecho de sol. Lo había comprado por 20 dólares en Amazon, según confesó. "Es que aquí me salían más caros", dijo, mientras sus manos se movían con una cadencia hipnótica. A un lado, un chico con una remera gris preparaba un trago en la barra. A pesar del ruido, se escuchaban susurros. “A ver si con esto consigo un nuevo trabajo”, dijo un joven en una mesa. “A mí me gustaría que me dijera si vale la pena seguir intentándolo”, respondió otra voz femenina.

Evelyn, con su voz suave y una calma que contrastaba con el estruendo del lugar, le pidió a Melina que pusiera su mano en su “corazón espiritual”. Las cartas se desplegaron sobre la mesa, como un abanico de misterios. “Lo que yo quiero es darte herramientas”, explicó, y habló del tarot como una guía terapéutica. Mientras leía las cartas, describió su pasado y le aseguró que el futuro, representado por una figura enérgica, sería distinto. “Te veo en un momento de tu vida en el que estás para empezar con alguien”, le dijo. “No te asustes, lo estás haciendo muy bien”. La sesión se extendió. Al finalizar, la tarotista miró a los presentes con una sonrisa y preguntó: “¿Qué les pareció?”.

La decoración de Sigue al Conejo Blanco se construyo gracias a las donaciones de la comunidad, que aportaron objetos y obras de arte alusivos a Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

Video: SV.

De regreso en la mesa, un hombre se acercó, sus ojos astutos brillaban bajo la tenue luz. Era Agus Molina, un mago de unos veintiocho años, vestido con un traje azul noche. Extendió un mazo, pidiendo que se escogieran dos cartas. Una era el ocho de picas; la otra, el tres de corazones. Agus barajó de nuevo, pero la carta que mostró no coincide. Se hizo un silencio por un segundo, hasta que él sonrió y susurró: "Tengo la sensación de que esto ya estaba escrito". Abrió su billetera, sacó un papelito y, para sorpresa de los presentes, tenía el ocho de picas anotado. Como si ese papel no fuera suficiente, lo acercó a un encendedor.

 

La tinta se borra bajo el calor, revelando el tres de corazones. "Todo está predestinado", dijo, y con un gesto sutil, señaló el tres de picas que decoraba la mesa. La sonrisa de Agus no se desvaneció al deslizar una carta con su alias de Mercado Pago. "La magia tiene su precio", susurró, y así, el misterio se convirtió en una transacción más.

La lluvia, ahora intensa, lavaba la ciudad. Atrás quedó el olor a pizza y el bullicio de las mesas. La magia y el destino se quedaron en el interior del local, convertidos en un negocio más, en un recuerdo empaquetado por la noche. Al salir, la calle Godoy Cruz y su luz devolvía todo a la realidad, empapada y silenciosa. Solo el eco de las voces y la imagen de las cartas flotaban en el aire, haciendo recordar que, a veces, el verdadero enigma no está en el futuro, sino en la delgada línea entre lo que creemos y lo que se puede comprar.

6 bares astrológicos en Buenos Aires

Bar oculto

Evento Rotativo

Honduras5977, CABA

Araoz 1392, Palermo

Villa Urquiza, CABA

Gorriti 5176, Palermo

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